—¡Horrorizado! ¡Atónito!
Esas eran las emociones que sentían los comandantes del Ejército Alado de Plata al enfrentar la presión del Río de Sangre.
Habían lidiado exitosamente con la presión del Reino Diez Veces y el Dominio de la Matanza simultáneamente antes.
Esta vez, además de la presión de las dos técnicas, sufrieron un ataque adicional, Camino al Inframundo. Su fuerza fue suprimida en casi un 30 por ciento aunque eran expertos de la Etapa Dos.
Todos ellos fueron afectados en la misma medida y nadie fue perdonado.
En contraste, los comandantes del Ejército del Sable de Hierro estaban encantados de que el río no los hubiera elegido como blanco. Así, no fueron afectados en absoluto.
—¡Espadachín!
—¡Espadachín!
Lei Dao, Shi Ling y el General Qing miraron a Jian Wushuang con sorpresa.
—Guarda tus palabras. ¡Ve por las Gemas de Sangre y los tótems primero! —gritó Jian Wushuang.
—¡Vale, vale! Vamos. —Lei Dao rió mientras se apresuraba hacia una Gema de Sangre cerca de él.
