—Presta atención —interrumpió Steve suavemente, aún sosteniendo su muñeca, incitándola a mirar hacia adelante.
—Nat —murmuró Mia, indefensa, esperando sacarla de aquí.
Estaba segura de que nadie pujaría por Natalie, dejándola avergonzada frente a un salón lleno del mundo de los negocios, o tal vez un escoria pujaría por ella.
—Ella es lo suficientemente fuerte para enfrentarlo. No te preocupes —aseguró Steve, aunque su voz permaneció fría y distante de cualquier preocupación genuina.
Mia le lanzó una mirada feroz. —No necesito que me digas eso. Y si piensas que puedes meterte con esta mejor amiga mía, entonces sigue soñando. Natalie no es como esa prostituta Nora... Ugh...
El agarre en su muñeca se apretó al siguiente momento, haciéndola retorcerse de dolor. La fachada tranquila de Steve se deslizó por un momento mientras sus ojos brillaban con ira.