En la oficina de Natalie, ella y Mia estaban discutiendo los planes finales para el lanzamiento de su próximo perfume, mientras las noticias sobre Briena se reproducían en la televisión.
—¿Qué demonios pasa con esta gran productora? ¿Cómo pueden darle tanta importancia? ¿Han desaparecido todas las actrices talentosas del mundo para que se queden con esta blandengue? —exclamó Mia, visiblemente irritada—. Esa perra debe estar volando alto en este momento.
—Cuanto más alto vuele, más duro será su caída —y esta vez, no se levantará —dijo Natalie con calma, aún concentrada en su trabajo, apenas mirando la televisión.
Mia levantó una ceja, estudiándola. —Pareces terriblemente tranquila. ¿Qué está pasando?
—Solo sabe que, todo lo que está sucediendo, es para provocar su caída —respondió Natalie, con calma.