Natalie se sentó tranquilamente, esperando pacientemente para desearle a su abuelo cuando llegara. Pronto, la pareja de ancianos entró al jardín, y todos se reunieron para darles la bienvenida.
Mientras tanto, Briena apareció con sus primos y amigos. Todos notaron a Natalie sentada sola, flanqueada solo por sus dos guardaespaldas.
—¿Ella se cree que es algún tipo de celebridad o realmente rica, necesitando guardaespaldas todo el tiempo? —se burló una chica.
Briena se encogió de hombros casualmente. —¿Por qué no vas y le preguntas?
Ellas sonrieron con malicia y se dirigieron hacia Natalie.
Notando que se acercaban, Natalie habló en voz baja a sus dos hombres. —Puede que vean el lado desagradable de mi familia hoy, pero no tienen permitido intervenir ni hacer daño a nadie. Solo quédense quietos.
—¿Y si alguien intenta hacerte daño?
—No lo harán. Pueden insultarme, pero puedo manejar eso —respondió ella.