Tosiéndose de forma incómoda, esquivó la pregunta. —Estaba a punto de dormir...
—¿Mientras pensabas en lo que podría estar haciendo ahora? —interrumpió él con suavidad.
Ella vaciló, sintiéndose como un ladrón sorprendido en el acto. —No te creas tan importante. ¿Por qué iba a estar pensando en ti?
Él soltó una risita. —Está bien extrañarme. No voy a objetarlo. De hecho, me alegra que lo hagas.
Ella frunció el ceño. —Dije que no.
—Pronto volveré. Así que, aguanta, aunque sea difícil —bromeó él.
—Pero yo
—También te extraño.
Natalie se quedó en silencio, las palabras la tomaron desprevenida.
Su tono cambió, volviéndose más serio. —Quiero regresar a ti ahora mismo, pero tengo que esperar un poco más. Esta lujosa cama en la que estoy se siente insoportablemente fría sin tu calor.
El corazón de Natalie dio un vuelco, dejándola momentáneamente sin palabras. Nunca había tenido un hombre hablándole así, ni siquiera en persona, y mucho menos por teléfono.