—Natalie, Briena no quiso hacerlo —interrumpió Lily—. Sabemos que solo estás tratando de sacar dinero de este incidente. Dinos tu precio y terminemos con esto.
—No te preocupes, eso es exactamente lo que planeo hacer —respondió Natalie fríamente—. Pronto entenderán el costo del daño mental que le causaron a mi abuela.
—¿Doscientos millones es suficiente? —preguntó Ivan, pensando que Natalie era excesivamente codiciosa.
Natalie se burló.
—Ni siquiera se acerca a lo que quiero.
—Dime tu precio. Te pagaré de inmediato.
—¿Por qué tienes tanta prisa? —preguntó Natalie, y justo entonces John regresó con dos bates de béisbol en sus manos. Le pasó uno a Natalie—. ¿Será esto suficiente?
—Más que suficiente —bufó Natalie mientras crujía su cuello y flexionaba la muñeca, sosteniendo el bate como si se estuviera preparando para algo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Ivan, alarmado.
Natalie le dio una sonrisa malvada y se giró hacia el coche de Briena.
—No serás tan ingenuo, ¿verdad?