Faye sintió el viento helado mordiendo su carne; sabía que si ella podía sentirlo envuelta en la capa de piel de Sterling; tenía que ser miserable para el niño.
Mientras se acercaba al carruaje, Faye escuchó el crujir de la nieve bajo los cascos del semental de Andre, atado al carruaje. Sintió que, como su dueño, él también estaba ansioso por partir.
La Duquesa temía por la supervivencia de Tobias. Si iba a continuar el viaje en el lomo del caballo de Andre, vestido como estaba, su vida estaría en peligro. La idea de que él muriera de frío mientras ella disfrutaba de la seguridad del carruaje era inimaginable en su mente.
Era hora de que Faye tomara el control de la situación y diera su primera orden como Duquesa. Iba a exigir que el niño terminara el viaje en el carruaje con ella.
Faye sabía que si iba a tener un nuevo comienzo en la vida, no podía seguir actuando con timidez. Especialmente frente a aquellos que estaban bajo su mando o servidores.