Mientras Faye estaba en medio de su conversación con Tobias, de repente se dio cuenta de que el pequeño niño que sostenía en su regazo ya se había quedado dormido. Mientras ella estaba sentada ahí, podía escuchar el sonido amortiguado de sus ronquidos llenando el vacío entre ellos.
El carruaje se movía silenciosamente por el camino de tierra, balanceándose suavemente de lado a lado. Faye sostenía al joven niño cerca de ella, sintiendo la suavidad de su cabello en su mejilla y el calor de su cuerpo contra el suyo. La capa con la que estaban cubiertos, perteneciente a Sterling, emanaba un embriagador aroma de cuero y hierro.
A través de la ventana del carruaje, la luna detrás de las nubes proyectaba un suave resplandor, y el sonido del viento quejándose a través de los pinos se escuchaba de vez en cuando. Sosteniendo al niño dormido, Faye sintió un sentimiento de tranquilidad y supo que en ese momento estaba exactamente donde quería estar. Agradecida por la compañía del pequeño.