ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO ES OSCURO Y TRATA TEMAS DE MUERTE Y VIOLENCIA. SE RECOMIENDA DISCRECIÓN AL LECTOR.
—¡FAYE! Abre los ojos y mírame —dijo Sterling, con voz baja y urgente. Le dio un sacudón firme, sintiendo cómo su pequeño cuerpo temblaba en respuesta. El pasillo estaba oscuro y era difícil ver su rostro. Solo había un rayo de luz que se filtraba desde la puerta de su estudio.
Esperó a que ella respondiera. Finalmente, Faye abrió los ojos, y lo que le devolvió la mirada en la oscuridad fue desolación y angustia.
La sostuvo de los brazos mientras le hablaba. —No es tu culpa. Eras una niña y no tienes culpa de lo que le pasó a tu padre. ¿No comprendes que ni las oraciones pueden proteger a las personas de todos los demonios de este mundo?