El Duque estaba sentado en su escritorio, ocupado anotando cifras en un libro contable. Fumaba en su pipa de espuma de mar. Era única y tallada en forma de dragón. El humo se elevaba desde su extremo, posado al borde de sus labios.
Al aspirar otra larga bocanada desde el tubo, el tabaco ardiente dejaba un sabor áspero en su paladar. Al salir el vapor de su boca, lo observaba, hipnotizado, mientras se enroscaba alrededor de él en el aire.
Mientras miraba el libro contable, Sterling se dio cuenta de que había estado ausente demasiado tiempo. No había tenido chance de revisar las finanzas de la fortaleza durante semanas. Era mucho para asimilar y descifrar mientras estaba agotado por los eventos de esa noche.
Sterling cerró los ojos y se frotó los lados de las sienes con los dedos. Había tantos comerciantes y deudas que pagar. Anhelaba el día en que Faye sería lo suficientemente competente como para manejar estos tipos de tareas.