—Casi dejo que mis instintos tomen el control... ¡Te trataré como se debe cuando lleguemos a casa! —bromeó.
—¿Qué tiene que ver que tus 'instintos tomen el control' conmigo? —Ella le lanzó una mirada furiosa.
—Porque eres mujer... —dijo él.
Ella se quedó sin palabras, totalmente desconcertada por su extraño y doloroso razonamiento.
—Y porque eres Ella —añadió Eric con una sonrisa juguetona—. Vaya, ¿están los hombres tan arruinados hoy en día que ni siquiera pueden pagar una habitación de hotel? —Luego abrió la puerta del coche, miró la matrícula del vehículo vecino y comentó sarcásticamente.
La descarada sinvergüencería de la pareja en el estacionamiento, haciendo tales cosas en un lugar lleno de autos yendo y viniendo, era impactante.
En ese momento, los ruidos del otro coche de repente se detuvieron, y cuando se abrió la puerta, los ojos de Ella se agrandaron incrédulos. Era Mason.
Oh, por el amor de Dios...