Ella se levantó abruptamente de su asiento, mirando fríamente a los dos oficiales que entraron en la habitación. —¿Con qué derecho me están reteniendo aquí?
Uno de los hombres sonrió con suficiencia, su tono igual de frío. —¿Con qué derecho? Maltrataste a un anciano, ¡tu propio abuelo además! Golpeaste al anciano señor Carter causándole graves heridas, y ¿crees que deberíamos dejarte ir libre para que hagas daño a más personas?
Ella quedó sin palabras. Sabía que los guardaespaldas debieron haber llamado a Eric, pero lo que le desconcertaba era por qué había estado sentada aquí durante más de media hora sin señales de ningún movimiento.
¿Dónde estaba Eric?
¿Estaba demasiado ocupado para contestar su teléfono? Quizás su teléfono estaba apagado, o peor, ¿estaría con otra mujer?
Ella sacudió la cabeza, frustrada consigo misma por siquiera pensar de esa manera. ¿Cómo podía dudar de Eric así?
