—¡No iré! ¡Necesito estudiar, necesito descansar! —protestó ella suavemente, sintiendo el dolor entre sus piernas y el dolor en su cintura. ¿Se suponía que debía ofrecerse para que él la volviera a devastar?
La expresión de Eric se oscureció ligeramente, una sonrisa peligrosa y traviesa se extendió por su rostro.
—¿En serio? ¿No quieres estar conmigo? Pero anoche... ¡recuerdo que estabas bastante emocionada!
—¡Eric! ¡Cierra esa boca sucia!
—¿Sucia? Mi boca es dulce. ¿No me crees? ¡Pruébalo! —Eric se rió, agarrando su delicado cuerpo mientras ella intentaba escapar y sosteniendo su cabeza quieta, besándola fuertemente.
Esta vez, su beso fue ardiente y dominante, invadiendo y saqueando como un fuego abrasador, incendiando todo su cuerpo.
Su cuerpo se ablandó, casi derritiéndose, y Ella luchó en pánico, pero sus manos continuaron vagando.
—Mmm... basta... basta!
Ella jadeó, sus ojos aturdidos y brillando con un halo seductor, sus mejillas teñidas de un rojo encantador.