—James, ¿por qué has vuelto? ¿Olvidaste algo? —preguntó Grace, sorprendida, completamente inconsciente de la tormenta que se avecinaba.
James la miró, allí de pie en un elegante vestido de seda púrpura que acentuaba su figura perfecta. Aunque Grace estaba en sus cuarenta, su cuerpo y rostro estaban impecablemente mantenidos, haciéndola lucir como si solo estuviera en sus treinta. Todavía era el tipo de mujer que los hombres de mediana edad encontrarían atractiva.
Pero todo lo que James sentía era una abrumadora necesidad de abofetearla. Se contuvo, sin embargo, decidido a ver cómo Grace se explicaría esta vez.
Interiormente, se gestaba una tempestad de furia y vergüenza, pero exteriormente, James permanecía calmado. Después de todo, era un actor hábil.
—Dime, ¿quién es ese hombre? —preguntó James fríamente. Aunque no explotó de ira, el frío helado que emanaba de él hizo que el corazón de Grace se saltara un latido. ¿Podría ser...? ¿Había sido expuesta su aventura?
¡Imposible!