—Tía... por favor llévame a casa, hay demasiada gente mala aquí... ¡wuuu! —Las lágrimas de la niña brillaban mientras rodaban por su rostro. Grace sintió una oleada de asco pero se vio obligada a mantener su imagen amable y cariñosa, especialmente en un escenario tan público.
—Está bien, la tía te llevará a casa. ¿Dónde vives?
—Calle XX, Callejón XX... Estaba de compras con mi mamá... y nos separamos. No puedo encontrarla, ¡wuuu! —La niña seguía llorando.
—Está bien, no llores, no llores. La tía te llevará a casa. —Grace sonrió calidamente, llevando a la pequeña a su coche. Planeaba llevarla personalmente a casa. La escena había llamado la atención de varios espectadores, muchos de los cuales asentían con aprobación a Grace. Algunos de sus conocidos incluso tomaron fotos y las publicaron en sus redes sociales, alabando su acto de bondad.
Grace sintió un sentido de orgullo elegante, aliviada de haber mantenido su imagen pública impecable.