Después de lo que pareció una eternidad, Hannah por fin dejó de llorar y Brianna lentamente abrió los ojos.
Había estado tan furiosa que se sentía al borde de escupir sangre, por lo que había estallado tan violentamente. Brianna temía que si no lo sacaba, podría volverse loca de verdad o colapsar por el estrés.
—¡Roberto! Nunca más te muestres frente a mí, o yo... ¡me aseguraré de que lo lamentes! —Brianna escupió entre dientes apretados, sus ojos llenos de una intención mortal que hizo estremecerse a Hannah.
Hannah no se atrevía a decir nada, solo temblaba ligeramente y se aferraba con fuerza a la mano de Brianna. Tanto la madre como la hija entendían que su futuro era sombrío y la esperanza de un mañana brillante no era más que un sueño lejano.
Mientras tanto, Ella acababa de terminar una comida satisfactoria cuando recibió una llamada furiosa de Chloe. La voz de Chloe retumbó a través del teléfono: