Amalia se despidió del profesor Fan en la entrada principal.
No volvió a su dormitorio sino que fue directamente a la villa para encontrar a Kenny Lin.
Esta vez, la suerte estaba de su lado ya que él ya había regresado.
Sin embargo, sus ojos estaban aún más rojos que antes, lo que los hacía parecer los de un conejo.
—¿Hiciste ese video? ¿Eres el Matador de Demonios?—No.
Kenny Lin, que reposaba perezosamente en el sofá, respondió secamente, sin un atisbo de vacilación.
Amalia no le creyó.
Conocía muy bien a Kenny Lin, considerando sus acciones y comportamiento pasados.
No cabía duda de que él era el Matador de Demonios.
Esperaba que lo negara; quizás solo estaba disfrutando del juego otra vez.
—No me agrada reconocer apodos infantiles —continuó Kenny Lin.
El corazón de Amalia permaneció impasible, dejando solo la confirmación de sus sospechas.