—Bueno, ¿no significa eso un golpe de suerte para nuestro Cuerpo de Mercenarios Sangre Carmesí? ¡Eso es genial! —exclamó.
Gilberto Cortez, que estaba detrás de Borja Wimmer, expresó su emoción.
Ese día, cuando fueron a buscar a Amalia, no pudieron localizarla antes del plazo dado por el subcapitán.
Temeroso de ser implicado y no queriendo desobedecer las órdenes del subcapitán, Gilberto Cortez persuadió a Borja Wimmer para regresar a la Sangre Carmesí.
El subcapitán lo miró:
—¿Cómo está la situación con la vena de mineral de meteorito?
Tras un momento de vacilación, el subordinado habló:
—Parece que alguien llegó antes que nosotros y se llevó parte del mineral de meteorito detonado. Esta vena no era muy grande para empezar, y una parte ya había sido extraída. El resto estaba enterrado bajo tierra y resultó despedido por la explosión. La situación podría no ser favorable.
—Simplemente di si es bueno o malo. No te andes por las ramas —dijo el subcapitán descontento.