Bai Xifeng sacó otra lista de hierbas y se la entregó al tendero.
—¿Tienes las hierbas de esta lista? —preguntó Bai Xifeng.
El tendero miró la lista. Todas las hierbas que figuraban en ella eran raras. No era fácil encontrarlas. Si alguien las encontraba, también encontraría una bestia que las custodiaba.
—Lo siento, señor. Las hierbas de esta lista son en su mayoría raras. No las tenemos —el tendero negó con la cabeza.
Bai Xifeng recuperó la lista y la volvió a guardar en su bolsillo.
—Está bien. Solo preguntaba —Bai Xifeng ya sabía que eran hierbas raras.
Mientras hablaban, otra persona entró en la tienda. Bai Xifeng miró y luego volvió su atención a la exhibición de hierbas.
Esa persona vio a Bai Xifeng y se acercó. Bai Xifeng volvió a mirar ya que sintió algo. Esa persona ya estaba al lado de Bai Xifeng.
—Joven Maestro, es un placer finalmente conocerlo —la persona guardó el abanico y se cubrió el rostro.