Xiao Li abrió los ojos. Recordó lo que estaba haciendo ayer. Justo cuando iba a hacerlo, sintió algo. Estaba abrazando a alguien. Espera, se estaban abrazando mutuamente.
¡No! Se apartó rápidamente distanciándose de la persona que la abrazaba. Vio a la persona despertarse.
—Oh, te despertaste.
Era la voz que ella conocía. Era su Señorita Joven. Se sintió aliviada al saber que estaba durmiendo con su Señorita Joven. Pero cuando pensó más sobre eso, se preguntó por qué estaba durmiendo con su Señorita Joven.
—¿Por qué duermo contigo, Señorita Joven? —preguntó Xiao Li.
—Me seguías diciendo que querías protegerme. Al final, te quedaste dormida. Así que te llevé a dormir conmigo. Pero en serio, es mejor tener a alguien con quien dormir. También es agradable abrazarte, Xiao Li —Bai Xifeng entrecerró los ojos mientras miraba a Xiao Li.
Escuchar esa frase de su Señorita Joven hizo sonrojar a Xiao Li. No sabía que su Señorita Joven sabía coquetear como un joven.
—Voy a preparar algo de agua —dijo Xiao Li todavía sonrojada y salió corriendo.
—Qué linda —rió Bai Xifeng.
—Realmente sabes cómo coquetear —comentó Baishe.
—Aprendo de muchas fuentes —mencionó orgullosa Bai Xifeng—. ¿Y ayer?
Bai Xifeng preguntó a Baishe sobre ayer.
—Realmente te quedaste dormida después de eso, ¿no? —dijo Baishe.
—Estaba durmiendo, ¿vale? No se puede evitar —Bai Xifeng sonrió ampliamente.
—En fin, ya me ocupé de eso. Tres hombres —declaró Baishe.
—Owh —asintió Bai Xifeng—. ¿Cómo lo hiciste?
—Terminé con ellos. Y después, puse sus cuerpos, uno en el patio de tu abuela, otro en el de tu tía, y el último en el de tu hermana —le dijo Baishe lo que había hecho.
—Ellos no son mi familia. ¿Qué? ¿Espera? ¿Quieres decir que pusiste los cuerpos de esos hombres en sus patios? —gritó Bai Xifeng.
Baishe se sintió un poco culpable en ese momento. Miró hacia otro lado. Antes de que pudiera decir algo más, Bai Xifeng ya habló.
—Qué idea tan perversa. Pero me encanta. Baishe, realmente sabías cómo jugar con esas personas. Eres el mejor —Bai Xifeng admiraba a Baishe.
Bai Xifeng se rió. Hasta que Xiao Li entró en la habitación con un cuenco de agua. Dejó de reírse y se lavó la cara.
—Voy a preparar el desayuno —dijo Xiao Li y desapareció de nuevo.
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