Después de tres horas en la olla, el guiso finalmente estaba listo para ser servido. Bai Xifeng vertió el guiso en los cuencos que habían sido preparados por otros soldados. Después de servir unos cinco cuencos, Bai Tingfeng la detuvo.
—¿General Junior Bai? —Bai Xifeng lo llamó cortésmente ya que había otros soldados presentes.
—Deja de hacer eso. Deja que ellos hagan el trabajo. Ya cocinaste para ellos —afirmó Bai Tingfeng.
Los soldados que escucharon la orden sonrieron a Bai Xifeng.
—Señor Long, dejadnos servir a los demás. Podéis descansar y dejarnoslo a nosotros —dijo el soldado.
—Vamos a servir primero al General Bai y a los de alto rango —afirmaron los soldados.
Bai Tingfeng tomó dos cuencos y le dio uno a Bai Xifeng.
—Puedes comer primero —dijo Bai Tingfeng.
—Pero... —Bai Xifeng quería ayudarles a servir el guiso.
—No te preocupes por eso. Ellos pueden manejar tareas pequeñas como esta —dijo Bai Tingfeng.