Fue su primera vez haciéndolo, pero mientras la apertura infernal de Yu Dong se cerraba ávidamente sobre él, no pudo evitar gemir mientras se deslizaba dentro de ella, enterrándose profundamente. Trató de hacer todo lo posible por no apretar los dientes mientras sus entrañas lo succionaban, intentando ordeñarlo.
—No estoy buscando ternura, Chi —dijo Yu Dong mientras movía sus caderas contra él.