—Xiao Hua dio un paso adelante mientras la tez de Li Hanjing se tornaba ceniza —comentó alguien—, pero todavía eran demasiado lentos en comparación con Yu Dong, quien se lanzó hacia Wu Qingyun con un gruñido gutural.
Ella agarró el frente de la camisa de la primera y, ignorando los jadeos y la súbita exclamación de los demás, levantó a Wu Qingyun hasta que esta quedó nariz con nariz con ella y con una sonrisa amenazante le susurró.