Yu Dong sonrió y se inclinó ante la tía, quien la felicitó sinceramente. —Gracias, tía. La fecha de la boda aún no está establecida, pero puedes estar segura de que estarás en la cima de mi lista de invitados.
—¡Ah, ahora has aprendido a bromear! —La tía se rió. De hecho, algunas personas despreciaban severamente a Yu Dong, creyéndola una sinvergüenza egoísta. Sin embargo, algunos aldeanos realmente apreciaban a Yu Dong. La consideraban amable y trabajadora, justo como la tía que estaba felicitándola.