La habitación estaba oscura sin un resquicio de luz. Mayfair circulaba a su alrededor como fuego salvaje. Eva inhalaba y exhalaba. El ir y venir de pasos. Podía oír pero temía. Sin ver a nadie pero escuchando los bramidos de los chupasangres.
Sintió un ligero tirón en la parte trasera de su cabello. Su rostro se alzó hacia el techo. Vio espacios oscuros y rostros huecos. Un aliento descendió sobre sus ojos y preguntó...
—¿Conociste a cada lobo de la garra rastrillada en la Manada Alfa?
—No sé quién fue el cuarto elegido —respiró Eva—. Simplemente sucedió... cuando conocí al tercer chico, él no conocía a ninguno de nosotros.
Eva sintió que soltaban el agarre en su cabello. Bajó la cabeza hacia su pecho. Los pasos se acercaron frente a ella. Dos manos se abrazaron sobre sus hombros. Sintió el pelo de la persona recortando sus brazos abiertos.
—¿Y eso por qué?
—No tengo ni idea.
—¿Ruben, verdad?
—Sí.
—¿Conoces a Lillard?
—Sí, es un beta, ¿es él...?