Desde el incidente con Finley, sus noches han estado desagradablemente acogiendo pesadillas. Xander siempre se ausentaba en el bosque al anochecer, observando el perímetro. Daba largos paseos, a veces observando desde la copa de los árboles. Más tarde aparecería enfrente de ella por la mañana, en una silla al otro lado de la habitación con su corpulencia y su entrañable gesto de rodar los ojos.
Era una de esas noches. Su mente viajaba de vuelta al día en que su coche se averió al mediodía y Finley le ofreció llevarla a casa. Hicieron una parada en la floristería.
Él salió del coche y caminó hacia el lado de la puerta de ella.
—¿Cuánto tiempo puedes hacer esperar a una dama? —ella bromeó.
—Depende de lo que esté esperando —él sonrió con sorna—. Y además, una dama luce mejor sin preocupaciones, sin alteraciones, sin filtros. Si eso es esperar, podría hacerlo por el tiempo más largo.
—Tal vez ahí estés equivocado —ella entrecerró los ojos.