Alyssa tomó un profundo respiro mientras se encontraba ante la gran entrada del palacio. Este era el día—su primer día como la institutriz del Príncipe Vale. Había oído hablar del lujo del palacio real, pero nada la preparó para la opulencia que encontró al entrar. Los candelabros dorados brillaban, proyectando una luz etérea a lo largo del pasillo con suelos de mármol pulido.
Justo cuando Alyssa estaba a punto de dar su primer paso en el palacio, una figura familiar captó su atención. Era él—Liam, el hombre que pensó que nunca volvería a ver. Su corazón latía acelerado, y luchaba contra la tentación de correr, de esconderse del pasado que la atormentaba.