Pasaron toda la tarde en medio de la orilla. Cada lobo estaba alterado y en la tensión del enfrentamiento entre los Deltas. La arena húmeda golpeaba las caras de los espectadores. Los luchadores tenían sudor resbalando por su barbilla y sus cabellos azotando en sus frentes.
Sin camiseta y temerarios en sus intentos de derribar al oponente al suelo.
—Mira quién está dando una buena pelea —Shawn cruzó sus brazos y sonrió emocionado.
—No está mal para una chica —resopló Ruben.
—Déjame mostrarte lo malo —gruñó Eva.
Ella levantó un pie del suelo, levantando un montón de arena hacia los Deltas en anticipación. La tierra se pegó a sus cuerpos húmedos. No les importó y continuaron animando.
Ruben se inclinó hacia atrás, y su pie pasó sobre su torso. Pedazos de arena debajo de su pie se desmoronaron en su pecho.
—Oh, qué golpe bajo —bromeó.
—No eres nada —su cara se contorsionó.
Él esquivó sus patadas como muchos otros.