—¿Por qué tengo que esperar de todos modos? Soy su esposo. Esa señora es solo una doncella. Es obvio quién es más importante. ¿Debería entrar a la fuerza y fingir que no sabía que la doncella estaba adentro?
Arabella frunció el ceño hacia la puerta al escuchar tales pensamientos egoístas. Su esposo era tan presuntuoso como solía serlo. El hecho de que sea su esposo no significa que ella tenía que hablar con él primero en situaciones como esta.
Aletha había venido de lejos y esta era la primera vez que se encontraban desde que Arabella dejó Lobelius para casarse con él. ¿No podía él considerar eso?
Pero entonces de nuevo, él odiaba esperar incluso en su vida anterior.
—¿Qué ocurre, Milady? —Aletha siguió su mirada.
—Nada. Solo recordé algo —trató Arabella de ocultar su disgusto.
[Pero a Arabella parece gustarle esta doncella por el tiempo que han estado hablando. ¿Se enojará si las interrumpo?]
¡Ya nos estás molestando! Ella quería gritarle.
—Aletha, el largo viaje debe haber sido agotador. Ve a descansar primero. Continuaremos hablando luego —despidió a Aletha ya que no podía concentrarse en su conversación de todas formas si seguía escuchando a Fernando quejarse de por qué una doncella tomaba tanto de su tiempo.
Fernando podría perder la paciencia pronto y simplemente echar a Aletha. Peor aún, podría matar a Aletha si su humor se vuelve más sombrío.
Arabella recordaba perfectamente que había matado a algunos de sus sirvientes solo porque estaba de mal humor.
No podía arriesgarse. Acababa de reunirse con Aletha después de veintidós largos años. No podía perderla solo porque su esposo estaba irritable.
[¡Tengo que esconderme!] pensó Fernando cuando Aletha abrió la puerta para irse. [¿Eh? ¿Por qué me estoy escondiendo? Soy el Emperador. Este es mi imperio. Este es mi palacio. ¿Por qué no debería estar aquí?]
Arabella suspiró y caminó hacia la puerta justo cuando Fernando se mostraba fingiendo haber llegado en ese momento.
[Su Majestad está actuando raro. Si quería entrar, podría haberlo hecho desde el principio. Ahora se escondió pero se reveló de todos modos. ¿Comió algo mal hoy? Ha estado acechando a Su Majestad desde hace un rato.]
El caballero que guardaba su puerta fingía no saber nada y mantenía la cara de póquer a pesar de lo extraño que pensaba que estaba actuando su señor.
Arabella quería recompensarlo ya que casi se ríe por su reacción. Le sonrió al guardia, y aún así, él se sobresaltó.
[¡Por favor, no me sonría justo delante de Su Majestad! ¿Qué debería hacer? ¡Su Majestad podría matarme hoy!] El caballero estaba alarmado.
—¿¡Qué?! ¿Es así Fernando? ¿No es este caballero uno de sus hombres más de confianza? ¿Lo mataría solo porque le sonreí? —Arabella estaba conmocionada. Este caballero la había guardado durante mucho tiempo en su vida anterior. Su nombre era Rendell. Era un caballero que no hablaba mucho y simplemente la seguía alrededor en silencio y sin hacer ruido.
En su vida anterior, había sido su guardia durante trece años hasta que lo transfirió a otro puesto porque no quería que se viera implicado por sus crímenes.
Y era porque en caso de que ella fuera atrapada, Rendell sería castigado con ella por no haber visto a través de sus actividades secretas. No quería que eso sucediera ya que había sido tan bueno con ella.
Ahora que lo volvía a ver, Arabella sinceramente quería agradecerle por sus años de servicio. Después de tenerlo como su guardia durante trece años, aprendió que era un famoso caballero conocido por su fuerza en el campo de batalla.
Rendell era llamado el 'Cazador Salvaje' por cómo nunca dejaba ir su presa o 'Lobo Negro' debido a su cabello y ojos negros.
Ninguno de los enemigos de Rendell vive ya que siempre va por la carnicería a menos que el Emperador diga lo contrario. Era uno de los hombres de mayor confianza de su esposo, razón por la cual fue asignado para guardarla y asegurarse de que no se escapara.
Y ahora que ella podía escuchar pensamientos, a Arabella le gustaba aún más Rendell como su guardia porque sus pensamientos solían estar vacíos. No se preocupa por cada pequeña cosa o se pregunta acerca de nada. No la molesta de la manera que otros lo hacen con sus pensamientos.
Además, Rendell podía dormir de pie así que por lo general dormía mientras guardaba su puerta. Pero se despierta con el menor sonido así que nunca lo atrapan. Una asombrosa habilidad que Arabella no podía entender. Solo aprendió que lo hacía a través de sus pensamientos.
Era bastante difícil para Arabella creer que su esposo mataría imprudentemente a Rendell. Porque por lo que ella sabía, si había algo que Fernando valoraba, eran sus caballeros. Ellos eran los que mantenían su poder y reinado invictos, después de todo.
Y sin embargo, Rendell se había vuelto tan pálido como si su señor realmente fuera a matarlo.
[Es la primera vez que la veo sonreír con tanta alegría en sus ojos. ¿Desde cuándo estaba ella tan cercana a Rendell? ¿Este bastardo está intentando algo con mi esposa? Parece ansioso de morir. Tengo que practicar esgrima con él más tarde.]
—Querido, ¿has venido por mí? —preguntó Arabella mientras tomaba la mano de Fernando y la sostenía en ambas de las suyas, tratando de distraerlo.
—...
[¡Querido?!] —Fernando la miró fijamente—. [Sus manos se sienten tan suaves y tiernas. Es la primera vez que ella se acerca a mí.]
Arabella se rió internamente con malicia. Si sus encantos siguen funcionando en Fernando de esta manera, podría sobrevivir por mucho tiempo.
—Gracias por permitirme traer a una de mis doncellas aquí —le dijo radiante. Le dio una brillante sonrisa para que Fernando olvidara la sonrisa que le había dado a Rendell. De hecho, estaba feliz de tener a Aletha con ella después de todo.
[Ella está sonriendo más radiante que antes. ¿Siempre sonríe así cuando está feliz? ¿Esto significa que me prefiere sobre Rendell?]
Arabella tuvo ganas de hacer una mueca sobre cómo su esposo llegaba a tales conclusiones. Sin embargo, logró mantener una cara sonriente para asegurarse de que Fernando siguiera malinterpretando.