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Una vez que el agua fría del pozo les golpeó la cara de nuevo, los dos hombres se removieron y abrieron los ojos, temblando. Ambos lanzaron una mirada feroz a Su Wan, en el segundo en que la vieron de pie frente a ellos, saltaron con una ira infundada como si fuera Su Wan quien les hubiera hecho algo malo y no al revés —¡tú perra! ¡Te atreves a hacernos daño! ¿Tienes alguna idea de quiénes somos?