—Madre, cálmate, no hay necesidad de enfadarse con semejante gente —Aunque Su Wan ya tenía una idea de quién estaba detrás de este complot, no sacó conclusiones precipitadas enseguida, llevó a la Madre Lin detrás de ella y luego entrecerró los ojos hacia Luo Chenxi, que había salido disparada desde detrás de la enorme espalda de su madre y había dejado de piar en el segundo en que sus ojos se posaron en los dos hombres que habían sido golpeados hasta desmayarse por Su Wan. Su Wan se frotó la muñeca que sostenía la vara de madera y luego clavó con fuerza uno de los extremos en el suelo—. ¿Qué decías? ¿Quién es la perra aquí? Creo que la única perra aquí es aquella que ha estado ladrando como una loca sin abrir los ojos de perro.