Esa noche la cena terminó con un ambiente tenso. Lin Chen intentó levantar el ánimo inyectando sus comentarios de —Esposa, la comida está deliciosa—, pero Su Wan, que todavía estaba enojada por no haber sido apaciguada por la tarde, lo ignoró.
Al final, después de ser ignorado un par de veces, Lin Chen comió su arroz con desgano, fulminando con la mirada su cuenco; cada bocado que tomaba era devorado de tal manera feroz que parecía que no estaba comiendo carne de cerdo, sino la carne de Luo Chenxi.
Su Wan comió hasta saciarse, nunca miró a sus esposos, por otro lado estaba Lin Rui, que no dejaba de mirar a su esposa; sabía que tenía que reconciliarse con su esposa pronto y también sabía que necesitaba apaciguarla, pero cuanto más lo pensaba más sentía como si cientos de hormigas le recorrieran los pantalones.