—Ah, ¿Jing, estás durmiendo? —Su Wan extendió un dedo travieso después de calmarse y pinchó el brazo de Lin Jing. Para ella era un simple toque, pero para Lin Jing, que estaba pasando el momento más difícil de su vida controlándose a sí mismo, era no diferente a Su Wan besándolo.
Al instante, sus músculos se tensaron dolorosamente, apretó sus dedos fuertemente mientras fingía estar dormido cerrando los ojos con la intención de 'fuera de la vista, fuera de la mente'.
Su Wan subestimó naturalmente la energética vitalidad de un joven virgen que nunca había tocado a una mujer, porque cuando no escuchó la respuesta de Lin Jing; descaradamente deslizó su dedo por el brazo de Lin Jing. Su Wan no tenía ningún miedo, tenía la promesa de Lin Jing y de los demás de no tocarla hasta que cumpliera dieciocho años, por eso tocó audazmente a Lin Jing.