```
—¿Ya terminaste de revisar? —dijo ella—. Te dije que no encontrarías a esa chica en nuestro territorio. ¿Ahora podemos discutir los términos del trato que me prometiste? No encontraste a tu hija, pero sí perturbaste la paz y tranquilidad de nuestro lugar. —La frustración de Natasha era palpable, aumentando la tensión en la habitación.
El astuto anciano, con su mente perversa, no iba a dejar pasar esto. Cada uno de sus movimientos era calculado, sumando tensión al ambiente.
Natasha apretó los dientes, el amargo sabor de la realización asomándose en ella. Había sido superada en astucia por el anciano desde el principio, y ahora estaba cayendo en una trampa.
Pero su ira por la situación y su afecto por Rika la cegaban ante la verdad —o hacían que no le importara—, y cayó en esa trampa.