Shamal poseía la voz emocional más convincente de todos los miembros de la pandilla que Rika conocía. Tenía un talento para manipular sus emociones y lograr el resultado deseado.
Había una sólida posibilidad de que solo estuviera actuando y mostrando un lado de sí mismo que sabía que Rika no podría negar.
Pero eso no significaba que sus palabras no tuvieran verdad. Shamal estaba mezclando sus emociones y exagerándolas para atrapar a Rika en su culpa y hacer que ella se fuera con él.
A pesar de su conciencia de las tácticas de Shamal, Rika no podía escapar de su trampa emocional.
—Jefe, hermana mayor, señorita, teníamos tantos nombres para ti, así que por favor, no nos abandones esta vez. Al menos, reúnete con todos una vez antes de que decidas que ya no quieres asociarte con nosotros —rogó el alfa una última vez con una voz patética, y Rika sintió que no tenía otra opción más que seguirlo.