—No mires a Emily. No debería mirarla, ¡o no podré controlarme adecuadamente! ¡Vamos! Necesito ser serio aquí
Rika se recordaba una y otra vez que no debía mirar directamente a Emily, o su cuerpo perdería toda su racionalidad y le suplicaría al alfa que la follara.
—¿Sería tan malo entregarme totalmente a mi alfa y confiar en que ella cuide de mí? No quiero pensar más. Me duele el cerebro
Rika suspiró mientras miraba a su alfa frente a ella. Quería morderse el labio y detenerse de hacer algo raro.
Pero la presión de la presencia de Emily en Rika era demasiado, y terminó mirándola con ojos entornados.
La pantalla de su teléfono era pequeña, pero aún mostraba todo lo que Emily tenía para ofrecer.
El alfa se sentó en su silla con las piernas bien abiertas y su enorme polla expuesta para que todos la vieran.
Emily la tenía empuñada en su mano, y movía su mano de arriba abajo, imitando un movimiento de puño para hacerse venir.