Funa Ford era un nombre que todos en la oficina conocían.
Como la única hija del Director Ford, era alguien que todos sabían que debían vigilar y no enfadar. Por eso la gente sentía la necesidad de dar lo mejor de sí en el trabajo tan pronto ella aparecía, sabiendo que su presencia podía cambiar la dinámica de la oficina.
El ambiente de la oficina estaba tenso por el miedo a las posibles consecuencias. La idea de que su incompetencia llegara a oídos de Regulas Ford y la posibilidad de que él se ocupara de ellos era una fuente constante de tensión.
Aunque la señora de la cafetería parecía nerviosa al ver a Luna, ella le sonrió con calma.
—Me temo que olvidé reponer la cafetería con cosas frescas, y justo ahora noté cuántas cosas están agotadas. ¡Por favor no te lo tomes a mal! Que esto suceda es bastante común por aquí —dijo la señora de la cafetería tratando de salvar su imagen. Pero ella podía decir que había metido la pata.
