Rika había salido a despejar su mente, pero terminó con más preguntas que respuestas esa noche.
Su cabeza nadaba en preguntas, y Rika las silenció a la fuerza para poder quedarse dormida. Estaba demasiado cansada para lidiar con todo ello.
Al día siguiente, Rika se despertó unos segundos antes de que sonara su alarma, y el ruido hizo que le dolieran los oídos a Rika.
No habían pasado ni diez minutos desde que se despertó, y el día ya había comenzado de forma horrible.
Las cosas solo empeorarían a partir de este punto.
—Ugh, ¡no quiero ir al trabajo! ¿Debería quedarme en casa? Total, no es como si alguien tuviera algo que hacer para mí de todos modos.
Rika se quejaba durante su rutina matutina. Incluso se dio la vuelta unas cuantas veces mientras iba al trabajo, pero llegó a la oficina de todos modos.
Todo el mundo miraba a Rika y señalaba hacia ella. Pero esta vez, Rika sabía el motivo de sus señalamientos, lo que la hacía sentirse incómoda y molesta.
