Rika no había sido asignada a un escritorio o silla, pero eso estaba bien. Ella estaba acostumbrada a estar de pie y caminar de todos modos.
Al no estar atada a un lugar asignado para sentarse, Rika disfrutaba de la libertad de elegir su lugar. Su independencia era una fuente de fuerza, incluso cuando otros intentaban cuestionar sus elecciones.
Los trabajadores de la oficina miraban a Rika con desdén cada vez que intentaba sentarse, y la llamaban por las cosas más molestas. La hacían hacer de todo, desde buscar agua hasta simplemente estar de pie y caminar.
Rika estaba segura de que la estaban acosando en ese momento, pero como no era un abuso físico, no veía motivo para contárselo a su madre o incluso denunciarlo.
La hora de la comida llegó en un abrir y cerrar de ojos, y el molesto personal finalmente se fue.
Rika finalmente se sentó y ayudó a sanar sus piernas doloridas estirando su cuerpo y relajándose.