—¡Claro, hermano! Firmaré lo que me pidas. Siempre y cuando tú me rasques la espalda, yo también te rascaré la tuya.
John aceptó con facilidad a pesar de las súplicas de su novia. Incluso consiguió su firma y huella digital junto con la suya.
Cuanto más se finalizaba este acuerdo, más contento se veía el jefe, lo cual aliviaba a John.
—Así que, hermano, ahora te dejo todo a ti. Avísame si necesitas algo de mí.
El alfa finalmente se fue y arrastró a su novia quejándose fuera de la habitación. Eso dejó al alfa de la mafia y a este secretario solos en la habitación.
—Oye, secretario, asegúrate de cuidar del 'pequeño hermano' y su 'maldita señora'. Ambos me estaban molestando demasiado. Quería matarlos de lo lindo.
El jefe se quejó mientras se frotaba las orejas para quitarse la suciedad o cualquier otra cosa que pudiera estar allí.
No parecía preocupado por la tarea que había acordado hacer para la pareja, principalmente porque sabía que no lo haría.