—¡Disculpadme! Volveré en solo un segundo... quédate aquí y no te vayas a ningún lado, Rika. Nuestra conversación aún no ha terminado.
Rika miró la expresión de su madre, que hacía que su tez pareciera aún más pálida de lo que era.
Parecía como si su madre estuviera a punto de deshacerse de su almuerzo en su estómago, y el médico rápidamente le mostró el baño antes de volver al lado de Rika.
—La negación de tu madre es comprensible. Sin embargo, tanto ella como tú deben aceptar vuestra realidad. No puedes detener tu transformación solo porque quieres —dijo el médico.
—Ocurrirá, pase lo que pase. Así que, más te vale estar preparada mentalmente para cuando suceda. ¿Quieres que te recomiende un terapeuta para esto? —preguntó la anciana beta con un brillo conocedor en sus ojos.
Rika ignoró a la anciana a pesar de ser plenamente consciente de que tenía razón. Rika no podía pasar por alto su cuerpo para siempre.