Era solo un día de trabajo ordinario para Rika. La floristería estaba tranquila y razonable, justo como se suponía que debía estar. Ayudaba a Rika a sanar, y por primera vez en mucho tiempo, sentía como si no estuviera en problemas.
Sin embargo, Rika debería haber sabido que era demasiado temprano para pensar así. Se estaba gestando un problema, y estaba a punto de encontrarla.
Ocurrió dos horas después de comenzar su turno: la puerta se abrió y esas odiosas y fastidiosas omegas de la mañana entraron en la tienda.
Cualquiera con un cerebro funcional podía decir que no tenían buenas intenciones al venir aquí.
Pero como eran clientes, Rika no podía maltratarlas o echarlas como le placiera.
—Rika, no sé si tengo una memoria terrible, pero esas omegas que entraron a la tienda son mala noticia. ¿No son ellas las que causaron un desastre ayer? Ugh, solo de pensarlo me siento cansado —Daniel se estremeció mientras veía a esas clientas pesadilla entrar en la tienda de nuevo.