Rika colocó una mano sobre sus ojos para evitar que la luz se filtrara. Pero no se dio cuenta de que se había quedado dormida mientras el cachorro jugaba con ella.
Se despertó cuando Charon llamó a su puerta frenéticamente para avisarle que bajara a cenar.
Solo habían pasado quince minutos desde que Rika cerró los ojos, pero se sentía como si hubiera pasado una eternidad.
En la mesa del comedor, la sonrisa de la señora del dormitorio recibió a Rika. Era reconfortante ver que no era juzgada por alguien a pesar de los muchos problemas con los que tenía que lidiar.
—¿Te sientes mejor ahora, Rika? ¿Mejor que antes? Si tienes alguna molestia, dínoslo. Estamos aquí para ayudarte —aseguró la señora del dormitorio a Rika.
La mesa mostraba señales de que había más de tres personas. Rika sentía que los gemelos beta de los que le habían informado ya habían llegado. Recordó haberlos visto cuando subió corriendo las escaleras para vaciar su estómago.