El par de brazos que se dirigían hacia Rika tensaron su cuerpo y desencadenaron su respuesta de lucha o huida, haciéndola querer correr ante la más mínima provocación.
Sin embargo, Rika se mantuvo firme y esperó a ver qué haría el hombre.
Esperaba mucho: una herida de bala, una puñalada o incluso un golpe.
Lo que no esperaba era que esos brazos se cerraran a su alrededor y la atrajeran hacia un fuerte abrazo, que le cortó la circulación e hizo que luchara por respirar.
—No puedo creer que no te reconociera en cuanto te vi —dijo el hombre—. Quiero decir, incluso éramos cercanos en el pasado. ¡Mierda! Todavía te ves igual que antes. Debería haberme dado cuenta cuando te vi por primera vez.
El alfa divagaba, y Rika sentía que alguien estaba jugando una broma con ella.
No sabía quién era este hombre, pero se aferraba a ella como si fuera su salvavidas.
Además, parecía que el hombre también tenía mucho que decirle a Rika, pero se estaba conteniendo.