—¡Oye, gerente, creo que tienes algo nuestro en tu tienda. Te agradecería que nos entregases a ese omega. Así, nadie tendría que salir herido.
El chico de apariencia más vieja de la banda se colocó ante sus amigos y todos en la tienda. Parecía más un matón típico que un miembro de una banda.
Rika tuvo dificultades para controlar su respiración, pero la pastilla que se tomó para la ansiedad la ayudó mucho.
—Mierda —pensó—. El médico sabía lo que hacía cuando me recetó estas pastillas. Pero me dan sueño, así que no me gusta tomarlas.
Las pastillas hicieron que la mente de Rika flotara, pero se concentró con la ayuda de su fuerza de voluntad y quiso saber qué pasaba a su alrededor.
—Lo siento, pero debo pedirte que pagues los arreglos de la tienda y te vayas después. Las personas que quieren perturbar la paz de nuestra tienda no son bienvenidas aquí —dijo Daniel.
Daniel habló con confianza mientras se posicionaba delante del omega para protegerla.