Atrapada en el limbo entre la ansiedad y la resignación, Rika había caído en un sueño inquieto. Pero cuando se despertó, una conciencia repentina atravesó su aturdimiento, y no estaba sola.
Cuando despertó, había una cara familiar frente a ella y un brazo conocido envuelto alrededor de suyo.
Rika podía sentir un cuerpo más alto acurrucándola por detrás mientras sus ojos veían la forma de Emily frente a ella.
—¿Eh? ¿Tuvimos una pijamada? No recuerdo nada de lo que pasó. Ambos, Emily y Damian, parecen estar dormidos. ¡Espera! ¿Dónde estoy siquiera? —preguntó Rika mientras su cabeza giratoria finalmente se detuvo, pero ahora pudo concentrarse en su entorno.
Primero, notó las paredes blancas cremosas y las cortinas de cama verdes, que le dieron una pista sobre dónde se encontraba.
Pero el clavo definitivo en el ataúd fue el monitor de ritmo cardíaco junto a su cama.