—Mauve —llamó Jael mientras abría de golpe la puerta de conexión—. ¿Estás lista?
Mauve asintió mientras se levantaba de la cama. —Sí, estoy lista.
Ella se giró para mirar a Jael mientras él se acercaba más a ella y se sintió calentarse. Llevaba un abrigo. Mauve se dio cuenta de que nunca lo había visto con un abrigo antes. Lo más que lo había visto llevar era una camisa, la mitad del tiempo solía pasearse sin camisa por su alrededor.
Sus botas hicieron un ligero sonido mientras se acercaba a ella y solo lo escuchó porque estaba escuchando atentamente. Él no dejó de caminar hasta que se detuvo frente a ella.
—Mill realmente te cubrió bien —dijo y ajustó la bufanda en su cuello.
—Sí —ella dijo e inclinó la cabeza hacia la bufanda, su mirada hacia abajo—. Ella dijo que iba a estar ventoso.
—No está equivocada sobre eso —él dijo.