—¿Qué pasa? —preguntó Danag rápidamente.
—Nadie viene a abrir las puertas o lo que sea eso —dijo con una risita sarcástica—. Podría intentar forzar su apertura pero no quiero arruinar la perfecta artesanía.
—Tal vez no te escucharon.
—Estoy seguro de que sí lo hicieron, los caballos son más ruidosos que el infierno.
—Es tarde —intervino Mauve—. Seguramente están dormidos.
—Dormidos o no, realmente no me importa —Erick se encogió de hombros—. Si alguien no está aquí para abrir las puertas pronto, las abriré yo mismo.
—Lo que Erick intenta decir es que estamos presionados por el tiempo y no podemos quedarnos esperando —aclaró Danag—. Si queremos avanzar, lo mejor sería irnos ahora.
—¿Volverán esta noche? —preguntó Mauve con sorpresa en su rostro.
—¿Qué pensabas? —Erick preguntó de manera condescendiente.
—Sí, Mauve —respondió Danag con seriedad—. En cuanto nos aseguremos de que estás en buenas manos, nos pondremos en camino.