—Iba a esperar hasta el baño pero no hay ninguna regla que diga que no puedo tomarte ahora mismo, aquí mismo —dijo Jael y se levantó lentamente de la cama.
Ella podía sentir sus ojos sobre ella mientras él daba un paso adelante, literalmente estaban quemando un agujero en su piel. Sentía el calor de su mirada y rápidamente se esparció por su cuerpo.
Se detuvo frente a ella y levantó su barbilla para que no tuviera más remedio que mirarlo a los ojos. Sus ojos brillantes se encontraron con los de ella y Mauve se sintió atraída hacia él de una manera que no podía explicar.
Él inclinó la cabeza y Mauve se puso de puntillas para alcanzar sus labios. Él rodeó con su otra mano su cintura para darle soporte. Sus labios fríos tocaron los cálidos de Mauve y ella se relajó en su brazo mientras él tomaba suavemente sus labios.