—¿De verdad te perforaste la oreja? —Rina entreabrió sus labios, luciendo incluso más emocionada que Bassena, quien técnicamente era el dueño del arete que ahora llevaba puesto.
En cambio, Bassena seguía contemplando su propia mano y parecía como si estuviera traumatizado. No es que las cosas hubieran salido mal, de hecho, la perforación fue realizada de manera excelente y Zein ni siquiera sintió dolor aparte del pinchazo inicial. Como fue hecho con pura energía mágica, no había riesgo de infección y la herida sanó rápidamente. Solo se mantuvo roja durante una hora y Zein ya se había puesto el arete cuando Radia y Rina regresaron de la reunión de emergencia.
Bassena, sin embargo, juró no volver a infligirle daño al cuerpo de Zein, jamás. Él solo había perforado la oreja del guía, por petición, y quedó horrorizado.
El Señor de las Serpientes, a quien no le importaba golpear a otros espers en un entrenamiento amistoso.